Los autómatas de la ciudad industrial - parte 2


El hombre ha construido su mundo, ha erigido casas y talleres, produce trajes y coches, cultiva cereales y frutas, pero se ha visto apartado del producto de sus propias manos, y en verdad ya no es dueño del mundo que él mismo ha edificado. Por el contrario este mundo se ha convertido en su dueño, un dueño frente al cual debe inclinarse, a quien trata de aplacar o manejar lo mejor que puede. El producto de su propio esfuerzo ha llegado a ser su Dios. El hombre parece hallarse impulsado por su propio interés, pero en realidad su yo total, con sus concretas potencialidades, se ha vuelto un instrumento destinado a servir los propósitos de aquella misma maquina que sus manos han forjado. [1]

En esta parte de esta serie de publicaciones vamos a abordar el tema de la enajenación y a manera de preámbulo sobre el mismo quiero hacer mención, que la ciudad industrial no es habitada por humanos, no al menos en la forma ortodoxa de la palabra, precisa otra clase de individuos, que son los autómatas, y para llegar a ese tema debemos primero abordar el ínterin, osea cómo pasa una persona con humanidad a perderla, y como la vida civilizada forma parte de ese proceso de deshumanización y aniquilación del espíritu y esencia humana. 

Preámbulo
Suena un poco duro a primera, decir que la ciudad industrial no es habitada por humanos en el sentido propio de la palabra, pero a medida que nos adentramos en el tema, veremos que este hecho es incuestionable, la cultura que se practica para despojar al hombre de lo que se llamaría naturaleza humana, a un suplemento o usurpador que se llamaría doctrina y cultura industrial, forma parte de todos estos implementos que se han creado para agarrar un ser natural y llenarlo de aspectos artificiales, hasta el punto que acepte el ineludible hecho que esta realidad artificial que se han construido socialmente, es la realidad del mundo sobrepuesta, en lo que se denomina naturaleza. 

No es ningún secreto que el hombre industrial o bien llamado hombre económico o bien llamado autómata, a lo largo de la historia ha estado sometiendo y domesticando la naturaleza para sus propios fines económicos, al punto que hoy se encuentra al borde de su propia extinción y de la extinción de todas las formas de vida del planeta. Ese ha sido el costo real de ese egoísmo y ceguera practicado por el colectivo social, que hasta el día de hoy y aún viendo la situación en la que se encuentra, se niega a renunciar a esa forma de vida industrial a la que tanto afán y empeño le ha tomado construir. Así mismo y esta parte no se aborda mucho al respecto, el hombre se ha estado sometiendo y domesticando a sí mismo para alcanzar también esos fines, y el costo real de esa situación es buscar el desempeño total, osea un cuasi robot, un ser eficiente, capaz de sostener y darle mantenimiento a la maquina economica de la que depende su estilo de vida industrial. 

'8 1/2' (1963) -  DIRECTOR: FEDERICO FELLINI

Esta intro de la película '8 1/2' ilustra de forma puntual la apatía, la deshumanización que se practica en la ciudad industrial, donde la muerte es un espectaculo más que se asiste en los espacios públicos, la individualización y la falta de pertenencia, fábrica autómatas: seres que no sienten absolutamente nada por sus congéneres, donde la muerte se vuelve un número, una estadística de poca o nula importancia, donde el morbo es más relevante que el sufrimiento. Esos autómatas que fabrica la ciudad industrial son psicópatas, neuróticos, antisociales, que no dudan en matar, dañar a alguien por el simple hecho de sentir que se sienten con derecho a hacerlo.  

La enajenación humana:
Este tema es bastante delicado, porque no es aceptado por la gran mayoría el hecho de que a una persona se le utilice y se le instrumentalice, tal cual una cosa es, osea cosificar a la persona. Si nos remitimos a la historia humana, vemos como ha sido la relación hombre con hombre, y en un primer punto, algunos sub-categorizaban a las personas a nivel de animal. La esclavitud antigua a la esclavitud moderna, solo se diferencia por el modo de tortura empleado a lo largo de la historia, antes se torturaba el cuerpo, hoy se tortura el alma, y de igual manera se instrumentaliza el cuerpo humano como cosa, para realizar tareas que se suponen le den sentido a la cada quien, es decir, el mercado valoriza la vida según el nivel de utilidad, y desvaloriza según el nivel de inutilidad, el suicidio es el efecto colateral, el Estado masacra a las masas para mantener a flote la economía. La falacia jurídica en la que se institucionaliza la esclavitud moderna, es no aceptar el hecho que el hombre es un esclavo, no al menos de la manera antigua, y por ello se crea ese espejismo donde el individuo cree ser libre, cree ser dueño de su vida, que se gobierna a sí mismo, y de todo aquello que considera ha instituido en su vida, más sin embargo no se percata en la mayor parte del tiempo de que todo eso no es del todo cierto. No se ha dado cuenta de que todo lo que anhela y todo lo que desea, se le ha sido impuesto, y que en un pensamiento homogéneo no se distancia mucho de lo que en común se piensa como masa. La individualización y separatividad de su yo es quizás el eslabón dentro de esta serie de procesos de destrucción humana en masa, que se realiza con el ánimo de generar riqueza. 

ERNESTO SABATO(1977)


Definiciones:
Para comprender mejor el tema, debemos conocer tres palabras clave con un enfoque sociológico, por ello me tomo la molestia de buscar sus respectivas definiciones sociológicas. 

COSIFICACIÓN: Uno de los modos de entender el concepto de cosa consiste en contraponer al concepto de persona. Otros autores se inclinan en considerar que la noción de cosa no excluye la de persona, ni la de persona la de cosa; ser como ser en sí predomina asimismo la noción de cosa, y en la proporción en que se predomina la idea de un ser como ser para sí, predomina la noción de persona.[2] 

la noción de cosa y persona se ha venido manejando desde tiempo inmemorial, y cuando decimos instrumentalizar la vida, nos referimos a cosa, pero no todos sienten que se les trata como una cosa, porque el dinero ha venido a suplir esa mezquina sensación artificial.

ENAJENACIÓN: Siempre que se entienda como 'alejamiento de sí' puede traducirse por enajenación y también por alienación. La acción y efecto de desposeerse, de 'ponerse fuera de sí'.  Estado de libertad en sentido positivo, es decir, no como liberación de algo, sino como liberación para sí mismo, esto es como autorrealización. Gilbert Sismondon ha hablado de la enajenación en el trabajo, pero tomando el trabajo mismo como una causa principal del proceso de enajenación y de los demás factores - incluyendo el existencial- como modalidades de la enajenación.[3]

Cada persona nace con un yo, y a medida que crece, adquiere otros yoes, el mercado económico produce yoes economicos, personajes, engranajes de la máquina económica, a medida que el hombre crece sufre una ruptura de su yo original, adoptando estos otros yoes, los cuales considera más sensatos vivir para los fines sociales en los que se ve inmiscuido.

AUTOMATIZACIÓN: Por la gradación del automatismo se tiende a considerar como mecánicos a los movimientos inferiores más alejados de la conciencia, y como propiamente automáticos a aquellos que tienen su desenvolvimiento ya dentro de la conciencia, aun cuando casi siempre en su umbral. [4]

Dentro de estos yoes fabricados por el mercado económico, hay unos más mecánicos que otros, y el fin de todo esto es aproximar al hombre a una máquina. No es extraño que hoy el hombre sea desplazado de aquellos trabajos industriales, por máquinas que repiten acciones día y noche, sin paga alguna.

CONTROL SOCIAL: Conjunto de mecanismos, acciones relativas y sanciones que una colectividad elabora y utiliza ya sea con el fin de prevenir la desviación de un sujeto individual o colectivo respecto de una norma de comportamento, sea para eliminar una desviación que ha ocurrido lograr que el sujeto vuelva a comportarse de conformidad con la norma o en fin, para impedir que la desviación se repita o se extienda a los demás. [5]

La coacción, el miedo, la falta de libertad, son todos estos instrumentos que propio hombre ha creado para domesticar, destruir el espíritu humano, con el fin de lograr fines nunca alcanzados: equidad.

AUTÉNTICO: Se dice que un ser humano es auténtico cuando es o llega a ser, lo que verdadera y radicalmente es, cuando no está enajenado. Sin embargo, en ciertas ocasiones se puede considerar la enajenación uno de los rasgos esenciales de la existencia humana, de modo que en tal caso el estar enajenado, y aun de modo más radical el no ser sí mismo, es uno de los caracteres del auténtico ser. [6]
El hombre enajenado es más él cuando menos es él, así de incongruente se plantea la autenticidad. Lo cierto es que no encontraremos seres auténticos en nuestro medio, pues como ya habrán anotado y aprendido con esta serie de pequeñas definiciones y explicaciones, el hombre enajenado es el hombre masa contemporáneo que no tiene la menor duda sobre cómo llegó a producir una vida de banalidades que llenan su apetito compulsivo del mundo de las cosas, pero ciertamente le dan sentido existencial a su egoísmo más profundo y profuso.

Papel cultura y educativo:

Ahora que ya quedó claro, que sí existe esa cuestión llamada alejamiento de mi yo interior, hay que anotar el proceso para destruir el espíritu humano, allí entra eso que le llaman educación y sobre todo cultura industrial y económica. 

La industria educativa, tiene como finalidad crear hombres que se valgan para sí mismos, logren sobrevivir en el mercado de las cosas. Es así como esta industria ofrece unos perfiles de personajes prefabricados a los fines necesarios: abogados, doctores, auditores, economistas, ingenieros, en fin, y muy por debajo lo que no ofrece es el de 'Artista', 'Artesano', esos perfiles son muy mal pagados, muy aborrecidos por el mercado económico, porque contrarían la destrucción del yo, es más refuerzan el yo, y encontramos así seres con una autenticidad inigualable, pues son personas que buscan dentro de sí el lenguaje para manifestarlo en objetos y dibujos que enaltecen el espíritu humano. 

Uno de los rasgos más significativos de la nueva sociedad urbana fue que se basaba en el principio de potestad patriarcal, en que es inherente el principio de poder: sobre la naturaleza,  sobre los esclavos, las mujeres y los niños.(...) Con el fin de lograr objetivos de esta nueva sociedad, todo, naturaleza y hombre, tienen que estar controlado y todo tiene que ejercer el poder o tenerlo. Para que fueran controlables, los hombres tenían que aprender a obedecer y someterse, y para someterse tenían que creer en el poder superior -material y/o mágico- de  sus gobernantes.(...) la autoridad del nuevo sistema patriarcal se basa en la fuerza y el poder, explotando, por mediación de mecanismo psíquico del miedo, el respeto pavoroso y la sumisión. Una autoridad irracional.[7] 

Hacer que el hombre entregue su vida a una cuestión externa que en su mayoría nunca va llegar a comprender, debe existir un elemento básico: El poder. Se manifiesta de diferentes maneras, que no abordaremos en este tema, por lo extenso que es, pero el principal es su manifestación económica, por ejemplo el poder que ejerce el empleador sobre el empleado para someterlo a un horario, a una rutina, a una serie de acciones con el fin de producir para sí y para su empleador. La esclavitud moderna se ha legitimado y aceptado por todos a través de la cultura industrial. El derecho se instituye como poder, al empleador que tiene capital, se le da la facultad de someter a su empleado a sus fines económicos, la ley lo respalda, y por ende el derecho se vuelve un hecho incuestionable, pero es tan real, solo en la medida que todos aceptan tal concepto como valedero. 

El carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir  las comodidades, de convertir lo superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto  en extensión de la mente y el cuerpo del hombre hace cuestionable hasta la noción misma de alienación. La gente se reconoce en sus mercancías; encuentra su alma en su automóvil, en su aparato de alta fidelidad, su casa su equipo de cocina. El mecanismo que une al individuo a su sociedad ha cambiado, el control social se ha incrustado en las nuevas necesidades que ha producido. [8]

Hacer que el hombre se cosifique a sí mismo, proyectándose, viendose en el mundo de las cosas, es lo más profundo que verán de la enajenación humana, un camino tortuoso que produce autómatas, que es lo que veremos en la siguiente parte de esta serie de publicaciones. Por ahora es conveniente para finalizar este pequeño viaje por la deshumanización del hombre, apuntar el papel que juega esa ciudad industrial dentro del proceso de enajenación humana, y para ello hay que observar con detenimiento eso que le llaman 'movilidad urbana', osea las maneras en que la sociedad se desplaza en la ciudad para alcanzar los fines antes mencionados. El ser humano no tiene llantas, pero para hacerlo eficiente, debe sentir que las tiene, debe sentir que no es un simple y precario ser humano en un cuerpo tan frágil y lento; para lograr sus objetivos económicos debe ser rápido, debe ser algo más que un simple ser humano, debe ser un autómata. La ciudad industrial exige al ser humano despojarse de su humanidad para ser algo más, no es ningún secreto que este escenario mecánico, de relaciones mecánicas, no produce salud ni bienestar a sus habitantes, más sin embargo es considerado el lugar idóneo para vivir, empero, el lugar idóneo para invertir, porque eso de vivir es cuestionable. 

La ciudad industrial posee muchos no-lugares, posee espacios mecánicos, posee un flujo de capital que no puede ser detenido, es una fábrica que trabaja a toda hora, durante todo el año, es esa gran cosa mecánica que nos provee confort, riqueza, pero nos lo cobra caro, nos roba nuestra humanidad, nos roba nuestra esencia humana, nos vuelve autómatas, nos enajena, nos instrumentaliza. Esa ciudad industrial como vimos en el tema anterior, tiene muchos nombres, es la ciudad capitalista, es la ciudad carrocentrista, es decir, no es una ciudad para fin y destino del hombre, es para fin y destino de las fuerzas económicas, de todo aquello superfluo que hoy corrompe y destruye no sólo al hombre y al mundo, sino pone en peligro la existencia misma de todas las especies. La ciudad como decía Manuel Delgado en una de sus conferencias, es un infierno, se sufre, y siempre ha sido así desde tiempos bíblicos, tal es el caso de Sodoma, y en ese aspecto debemos ser claro, que la naturaleza de un lugar de ese tipo no puede ser restaurado, o modificado, porque se entrelaza con la esencia social misma; ese documento que se llama pacto social, ese donde se deposita el fin supremo de esa alianza y lucha por un común egoísta propósito. La producción en masa de mercancía, la mercantilización de las cosas y de los hombres, será una constante en esa ciudad que está estrechamente vinculada por los fines más narcisistas de esta sociedad. Acá hemos entrelazado a ese ser despojado de su esencia, con ese lugar que le exige se deje someter a tal procedimiento, para lograr sobrevivir, en este hostil, y malsano lugar llamado ciudad industrial, y para sobrevivir, para dejarse someter, debe ser un ser adaptado a un lugar de tales características, un lugar donde difícilmente un ser humano simple y natural pueda querer vivir su vida, para existir en un lugar así, se debe transformar en un autómata. 


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  1. Fromm, Erich. 'Miedo a la libertad', Pág. 119
  2. Ferrater Mora, José. 'Diccionario de Filosofía', Pág. 361, 362
  3. Op.Cit. p.517
  4. Op.Cit. p.160
  5. Gallino, Luciano. 'Diccionario de Sociología' Pág. 229
  6. Ferrater Mora, José. 'Diccionario de Filosofía', Pág. 159
  7. Fromm, Erich. 'Anatomía de la destructividad humana', Pág. 359
  8. Marcuse, Herbert. 'El hombre unidimensional', Pág. 24

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