El Homo Deus contra un Virus

Los científicos estudian cómo funciona el mundo, pero no existe método científico alguno para determinar cómo deberían comportarse los humanos. [1]

La situación actual no merece la pena describirla, cada quien la asume a su manera, pero es preciso este momento para reflexionar y recapacitar que es lo que esto realmente significa, como debemos asumirlo. Muchos en redes sociales manifiestan que no podemos seguir igual cuando esto acabe, es preciso un cambio radical de vida, y apartarnos en lo posible de esa vida industrial impositiva que produce la maquina economica. 

« el coronavirus ha destapado la realidad insostenible de otro virus que infecta a la sociedad: el capitalismo. Mientras que muchas personas mueren, la gran preocupación de los estadistas y empresarios es el golpe a la economía, la recesión, la falta de crecimiento del producto interno bruto y cosas por el estilo. Este colapso económico se debe a que la economía está basada fundamentalmente en el consumo y en la persecución de valores propugnados por la visión capitalista, como la riqueza material. Pero esto no tendría que ser así, no tendría que haber una tiranía del mercado.(...) La actual expansión de la epidemia de coronavirus ha detonado las epidemias de virus ideológicos que estaban latentes en nuestras sociedades: noticias falsas, teorías conspirativas paranoicas y explosiones de racismo. La bien fundamentada necesidad médica de establecer cuarentenas hizo eco en las presiones ideológicas para establecer límites claros y mantener en cuarentena a los enemigos que representan una amenaza a nuestra identidad. Pero tal vez otro –y más beneficioso– virus ideológico se expandirá y tal vez nos infecte: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá de la nación-Estado, una sociedad que se actualice como solidaridad global y cooperación.»

Cuando esto apenas comenzaba, esos sectores manifiestos al capitalismo(CACIF) salieron a la vista pública no preocupados por el bienestar de la sociedad, sino preocupados por la economía, y de forma contundente lograron su cometido, practicando su poder de facto, no dejando que cerrarán fronteras, aeropuertos, no dejaron que se protegiera a la población, sino que se protegiera a la economía, el costo de esas decisiones se mide en vidas de muchas personas. Esta situación a mi en lo personal me tiene consternado y muy enojado, no hay moral, no hay humanismo, todo es avaricia, materialismo, codicia, enriquecimiento, este mundo falso en el que vivimos es una máquina destructiva que precisa ser destruida, no solo por el bien del hombre, sino por el bien de todas las especies y formas de vida del planeta, porque nos ha demostrado de forma muy clara que lo primero siempre es mantener a flote la economía, no importa la vida humana, esa que desde que esto funciona ha estado en total servidumbre, enajenando y tratando al hombre mismo como una cosa. 

LA CIUDAD DEL SILENCIO - CUARENTENA

No fue muy difícil convencer a los individuos para que desearan más. A los humanos la codicia les llega fácilmente. El gran problema fue convencer a las instituciones colectivas como estados e iglesias para que se adaptarán al nuevo ideal. Durante milenios, las sociedades se esforzaron por limitar los deseos individuales y llevarlos a algún tipo de equilibrio. Era bien conocidos que las personas querían cada vez más para sí, pero cuando el pastel tenía un tamaño invariable, la armonía social dependía de la limitación. La avaricia era mala. La modernidad volvió el mundo patas arriba. Convenció a los colectivos humanos de que el equilibrio es mucho más aterrador que el caos, y puesto que la avaricia alimenta el crecimiento, es una fuerza del bien. [2]

Todas estas instituciones, todos estos entes artificiales que han hecho del dinero la razón de existir del colectivo humano, se ven en aprietos, les cuesta disimular la poca o nula importancia que tiene el ser humano al final de cuenta, es preciso rescatar a los bancos, es preciso rescatar el sistema financiero dicen, y comienzan a sacar cifras cuantiosas, y dicen es preciso que continúen trabajando las personas.

Durante la revolución agrícola, la humanidad silenció a animales y a plantas, y convirtió la gran ópera animista en un diálogo entre el hombre y los dioses. Durante la revolución científica, la humanidad silenció también a los dioses. El mundo pasó a ser un espectaculo individual. La humanidad estaba sola en un escenario vacío, hablando consigo misma, sin negociar con nadie y adquiriendo enormes poderes exentos de obligaciones. Habiendo descifrado las mudas leyes de la física, la química y la biología, la humanidad hace ahora con ellas lo que le place.(...)Durante siglos, el humanismo nos ha convencido de que somos el origen último del sentido, y que nuestro libre albedrío es, por consiguiente, la mayor autoridad de todas. En lugar de esperar que alguna entidad externa nos diga qué es qué, podemos fiarnos de nuestros propios sentimientos y deseos. Desde la infancia se nos bombardea con una descarga continua de de consignas humanistas que nos aconsejan: "Escuchate, sigue los dictados de tu corazón, sé fiel a ti mismo, confía en ti, haz lo que te plazca."[3]

El problema actual que esta situación saca a flote, es que el hombre ha perdido toda noción de moral, se han endiosado(homo deus), cree controlar todo a su alrededor, continuamente se encuentra persuadiendo la muerte, y grandes adinerados invierten en métodos para alargar la vida mediante células madre, la ciencia se ha convertido en su Dios, cree comprenderlo todo, creé que todo se le es permitido, y constantemente justifica la destrucción, pero algo tan pequeño  e invisible lo volvió a colocar en una caverna, con un pavor espantoso: la muerte misteriosa e incontrolable. La soberbia es tan grande que se rehúsa a reconocer su pequeñez, su situación real, no es ni Dios, ni importante para el mundo que ha construido, sustituyó a Dios, y luego el dinero sustituyó al hombre y lo convirtió en su perpetuo esclavo enajenado. 

Considero esencial replantear la vida, sinceramente no debemos continuar con esta obstinación y ceguera profunda que cada vez nos demuestra con más énfasis que solo hemos estado construyendo una fantasía hedonista. Alguna vez lo tuvimos todo, y no supimos verlo, pero espero aún podamos todos reconocerlo como es. 
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  1. Harari, Yuval. 'Homo Deus'(2015) Pág. 187
  2. Op.Cit. Pág. 216
  3. Op. Cit. Pág. 99, 220. 

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