Opinión sobre 'LA BANALIDAD DEL MAL' de Hanna Arendt
Libro: Eichmann en Israel. Un estudio sobre la banalidad del mal.
Autora: Hanna Arendt.
Año: 1963.
La moral humana siempre ha estada arraigada a dos cosas, lo que la ley ordena y lo que la biblia exige. Los actos de los hombres, y la moral que los impulsa esta justificada en hacer 'lo indicado'. Cuando al se le pregunto a Otto Adolf Eichmann en el juicio más emblemático de los crímenes de guerra nazi, sobre ¿por qué hizo lo que hizo?, este dijo que hizo "lo que estaba obligado a hacer", obedecer ordenes, estaba sometido a la ley nazi, de tal forma que terminó siendo acusado no de haber cometido delitos, sino de haber cometido 'actos de Estado'.[1] La normalidad bajo estos presupuestos, esta asentada bajo el espectro de lo que 'la ley ordena'. La sociedad siempre estará sometida bajo el imperio de la ley, por lo que si la ley ordena actos inmorales, es porque ha llegado a ser considerado moralmente aceptable por la sociedad que lo acepta, practica, promociona.
Para Eichman, el 'idealista' era el hombre que vivía para su idea —en consecuencia, un hombre de negocios no podía ser un 'idealista'— y que estaba pronto a sacrificar cualquier cosa en aras de su idea, es decir, un hombre dispuesto a sacrificar todo, y sacrificar a todos, por su idea. Cuando, en el curso de su interrogatorio policial, dijo que habría enviado a la muerte a su propio padre, caso que se lo hubieran ordenado, no pretendía solamente resaltar hasta qué punto estaba obligado a obedecer las órdenes qu se le daban, y hasta qué punto cumplía a gusto, sino que también quiso indicar el gran 'idealista' que él era.[2]
Las ideas nos gobiernan. Los actos de los hombres son promovidos por las creencias. Un idealista es aquel que persigue la concreción de una idea. Cada mañana el hombre masa contemporáneo se levanta y hace lo que hace, porque posee ideas arraigadas sobre todo impuestas y no propias que lo hacen actuar de esa manera. No solo son ideas, sino convicciones, esta convencido de que eso debe hacer, porque no existe otra forma, es como una programación, le da sentido, lo hace funcionar, como un robot obediente que repite una rutina toda su existencia. La idea que lo gobierna no nació en él, sino se le fue dada, la asimilo, aceptó, y lleva a la practica.
El hombre masa contemporáneo aprende imitando, las ideas que lo gobiernan surgen al ver a sus semejantes actuar todos en similares circunstancias. El concepto de normalidad proviene de que todos hacen lo mismo, todos se someten, todos son obedientes, y todos hacen lo que hacen sin cuestionar por qué lo hacen. Se convierte en masa en la medida que imita, practica, replica, actúa igual que todos sus semejantes, sin cuestionar, sin oponerse.
la nueva ley común, basada en las órdenes del Hitler;(...) no solo obedecía órdenes, sino también obedecía la ley. (...) "mi voluntad debe ser tal que pueda devenir el principio de las leyes generales." (...) se había consolado pensando que había dejado de ser 'dueño de sus propios actos' y que él no podía 'cambiar nada'. (...) compórtate como si el principio de tus actos fuese el mismo que el de los actos del legislador o de la ley común. (...) para él, todo hombre se convertía en un legislador desde el instante que comenzaba a actuar.(...) Cumplir las leyes no significa únicamente obedecerlas, sino actuar como si uno fuera el autor de las leyes que obedece. De ahí la convicción de que es preciso ir más allá del mero cumplimiento del deber.[3]
El imperativo de Kant, el concepto de 'deber', fue el impulso de Eichmann para justificar que él solo obedecía la ley, y como ciudadano esta obligado a respetar y obedecer las leyes de su país. Como ciudadano no está en su capacidad él pre-juzgar la naturaleza de esa ley, sino simplemente obedecer, porque es un subordinado. El ciudadano cumplidor de la ley iba un poco más allá cuando comenzaba a actuar ya no basado textualmente en lo que la ley le ordenaba, sino actuando como un legislador y entendiendo el espíritu de la ley, lo que el legislador perseguía con dichos preceptos.
el Tercer Reich «las palabras del Führer tenían fuerza de ley» (Führerworte baben Gesetzeskraft), lo cual significaba, entre otras cosas, que si la orden emanaba directamente de Hitler no era preciso que constara por escrito. (...) comentarios jurídicos demostrando que las palabras del Führer, sus manifestaciones orales, eran el derecho común básico. En este contexto «jurídico», toda orden que en su letra o espíritu contradijera una palabra pronunciada por Hitler era, por definición, ilegal. [4]
La tiranía consiste en afirmar que "El Estado soy yo", y en consecuencia todo el poder de este me pertenece. Esto es lo que sucedió en Alemania en aquel entonces. Hitler era tirano porque no había otro poder del Estado que lo regulara, en consecuencia, tenia potestad de emanar leyes, sin pasar por filtros, y era tal el poder que no necesitaba siquiera dejarlo por escrito, sino que simplemente a viva voz lo que decía, era ley sujeta a obediencia estricta.
En la programación habitual del hombre masa dentro de un ambiente civilizado se encuentra el precepto de 'No mataras', se inmiscuye el deseo, inclinación, de no actuar para no cometer un crimen, pero la ley de Hitler exigía contrario a ello el 'debes matar', 'debes robar', 'debes destruir'. Un autómata, una simple herramienta obediente no cuestiona, simplemente hace lo que se le ordena, es su programación, lo que le da su sentido de existencia. El hombre masa esta construido en nuestro medio para funcionar de esta manera, no respeta sus deseos, los deseos se le imponen, las ideas se le imponen, la moral de igual manera, porque el hombre masa no es consciente, esta alienado dentro de una degradación de su propia naturaleza humana. Bajo estas circunstancias el juicio que juzga 'actos individuales' y no 'actos de Estado', se encuentra en una difícil situación, porque los actos que se están juzgando son los provenientes de Hitler, el tirano, no de sus herramientas, como Eichmann. Las organizaciones que conformaban el Estado, como la policía, debían en este caso pasar a ser consideradas organizaciones criminales, por lo que llevaron a cabo, o una en particular que se le apodó el 'Ministerio de la Muerte'. Durante la lectura de la sentencia esta se justificó de la siguiente manera:
Describiendo las actividades del acusado en los términos contenidos en la sección 23 de nuestro código penal, debemos decir que aquellas eran, principalmente, las propias de las personas que instigan, mediante su consejo o asesoramiento, a otros a cometer el acto criminal, o que capacita o ayuda a otros a cometer el acto criminal. (...) Estos delitos fueron cometidos en masa, no solo en cuanto se refiere a las víctimas, sino también en lo concerniente al número de quienes perpetraron el delito, y la situación más o menos remota de muchos criminales en relación al que materialmente da muerte a la victima nada significa, en cuanto a medida de su responsabilidad. Por el contrario, en general, el grado de responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos del hombre que sostiene en sus manos el instrumento fatal. [5]
El tribunal en la sentencia califico como actos propios lo perpetrado por Eichmann, descalificando la tesis de la defensa que estuvo a cargo del abogado el Doctor Robert Servatius, que en todo momento quiso hacer ver al tribunal que se trataban de actos de Estado, aún en una segunda instancia que solo repitió lo ya dicho en primera instancia. Eichman fue sentenciado a muerte, de forma inmediata cuando se le notificó lo resuelto en segunda instancia. Algunos califican esto como prematuro, sin embargo para los fines de este análisis, es importante señalar la moral con la que Eichmann actuó en todo momento, una moral que defendió hasta el ultimo momento de su vida, porque aseguró no le era propio, porque ya para los fines de la psicología humana, estaban ante un autómata y no un ser humano, solo seguía ordenes.
La sociedad que no cuestiona y solo obedece, porque esta acostumbrada a ser obediente, vivir en la perpetua servidumbre, ser instrumento, nunca conoce el porqué de todo este aparato al que se entrega dócilmente. La percepción de bueno o malo bajo estas circunstancias esta supeditada a la percepción de obediente y rebelde. La banalidad del mal consiste en esos actos que consideramos normales, pero somos incapaces de cuestionar, ni descifrar cual es la finalidad, simplemente somos obedientes maquinas que practicamos la rutina de la inconsciencia.
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- Arendt, Hanna. Eichmann en Israel(1963). P.18
- Idem, Pág. 30.
- Idem, Pág. 83,84.
- Idem, Pág. 90.
- Idem, Pág. 148.
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